La obesidad se mantiene actualmente como uno de los mayores problemas de salud en la población mundial siendo uno de los principales factores potenciadores de hipertensión arterial y enfermedades cardíacas. Para el año 2016 la organización Mundial de la Salud reportaba la existencia de más de 650 millones de adultos con obesidad con una tendencia a incrementar en los años consiguientes.

Debido a la gran problemática de salud pública que se presenta gracias a este incremento en las estadísticas los especialistas de la salud se han visto obligados a buscar nuevos enfoques que sean más efectivos y que permitan explicar de manera más adecuada el por qué muchas personas parecen tener dificultades extremas en la pérdida de peso. Es así que, gracias a la introducción del campo de la nutrigenética, se han realizado avances en el campo que han permitido establecer una estrecha relación entre nuestra identidad genética y la capacidad de perder o ganar peso.

Mutaciones en el gen que codifica para la hormona Leptina tienen una influencia directa en la ganancia y pérdida de peso, esta hormona se encarga de regular el apetito e indicarle al cerebro cuando se debe parar de comer por lo que variantes genéticas que sean más o menos eficientes tendrán repercusión en este proceso.

También se tiene el gen FTO que al expresarse presenta también funciones en la regulación del apetito y la saciedad. Estos son sólo unos pocos ejemplos de los más de 100 marcadores genéticos relacionados al índice de masa corporal que en la actualidad se emplean (Por medio de paneles de cribado genético) para estudiar el perfil de ganancia de peso de un individuo determinado y generarle así un tratamiento personalizado optimizado, permitiendo así obtener los mejores resultados en la menor cantidad de tiempo.

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